La crianza de los vinos se realiza en una sala especialmente acondicionada tanto térmica como acústicamente, preparada para resistir y mantener la temperatura y humedad constante.
La crianza se realiza en barricas bordelesas de 225 litros cada una, el 90% de roble americano y el 10% de roble francés. Además todas ellas tienen menos de 4 años de antigüedad, para lo que cada año se renueva el 25% del parque de barricas.
Al acabar la crianza el vino reposa durante un tiempo en la botella terminando de redondearse antes de ser puesto en el mercado.